Larga ruta en bici de montaña por los Montes Blancos y los Monegros en su vertiente zaragozana. A pesar del respeto que infunde su paisaje seco y extremo, su belleza cautiva poco a poco. Al aproximarse a Farlete, los vastos llanos se ven salpicados de sabinas oscuras y centenarias que, junto a pequeños y secos arroyos, imprimen al paisaje calma. Hay algo en esa combinación de dureza y tranquilidad que deja huella, como si el territorio se mostrara amable, pero firme, a quien se atreve a recorrerlo. Perderse —casi literalmente— forma parte del recorrido.
En esta época del año, la tierra se prepara para los cultivos, y las líneas precisas de la roturación agrícola dibujan y suavizan el paisaje, otorgándole un inesperado aire pictórico. El contraste entre la aridez natural y la geometría impuesta por la maquinaria agrícola realza aún más estos parajes, dotándolos de una vitalidad singular. Llegar a Farlete en bicicleta de montaña no es solo alcanzar un destino: es recorrer una ruta que permanece en la memoria.
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