Espectacular recorrido como casi todos los del Pirineo, con enormes y bellas panorámicas pero
con la dificultad de las prolongadas ascensiones. A tener en cuenta los
posibles imprevistos para andar en bici en estas latitudes. La ruta
discurre toda por anchas pistas y en buen estado.
La espectacular ruta de hoy tiene el comienzo y el final en la localidad de Torla (Huesca), entrada natural al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Salimos en dirección al Parque y al llegar al puente de los Navarros, giramos a la izquierda para tomar la pista hacia el Valle de Bujaruelo. Al principio con fuerte cuesta y buen piso, luego el suelo se vuelve algo irregular y el desnivel se atenúa. Comenzamos el ascenso paralelos al río Ara y, la pendiente comienza a empinarse y los pulsímetros también. El frío que con el que nos ha recibido la mañana ahora parece menor. Tras unos siete kilómetros de subida, lo primero que nos encontramos es el refugio de montaña de Bujaruelo, ubicado en medio del valle con el mismo nombre. Poco más adelante llegamos a la pradera de San Nicolás.
Este enclave estuvo habitado, aún quedan restos de un hospital y las ruinas de una maltrecha iglesia. Destacar la extraordinaria conservación y belleza del puente románico sobre el río Ara. Llegar en bicicleta, a tan recóndito lugar, es una sensación única, la impresión al observar tanta riqueza natural e histórica, es casi sobrecogedora. Tras las fotos de rigor, continuamos y llegamos a una encrucijada de caminos, giramos a la derecha, cruzamos el río Ara por un puente, que nos permite observar el río detalladamente. Proseguimos ascendiendo de forma suave por una ancha pista que marcha entre enormes bosques de hayedos y robledales, llegamos al final del camino, estamos a poca distancia de la frontera con Francia.
Obligada parada para deleitarnos con el magnífico entorno. No queda otra que volver por la misma pista, descendemos para llegar a la encrucijada anterior y desde aquí seguir las indicaciones al Valle de Otal. La ascensión es por otra amplia y buena pista, que gana altura de forma constante y gradual. Arriba, al llegar al valle, el panorama se abre de forma generosa; Otal es simplemente grandioso, impresionante, apacible, casi bucólico. Avanzamos dando pedales y atravesándolo por su arteria principal, camino que transita de forma apacible, a ratos rodamos entre manadas de vacas y caballos y observados por tranquilas y huidizas marmotas. La satisfacción es plena, el esfuerzo para subir es recompensado de forma generosa. Al final de la llanura del valle, en el refugio de pastores iniciamos el regreso.
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Torla, lugar del comienzo de la ruta |
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Decidiendo por dónde ir |
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Cruce de caminos: a un lado el Valle de Otal, al otro, el de Bujaruelo |
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El otoño va tomando color |
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Ganando altura y colorido |
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Puerta abierta al "ganado" y a un paisaje inmenso de luz y colorido |
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El cristalino río Ara |
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Puente románico de San Nicolás de Bujaruelo. Río Ara |
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Final de la pista |
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Descanso y puesta a punto de altura |
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Reponiendo energías |
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Pinchazo |
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La pista de bajada desde el Valle de Otal |
Parajes de ensueño para todo aficionado a la bici de montaña. Visto aquí parece fácil, pero yo he hecho alguna ruta por el Pirineo, y tienen su "miga"
ResponderEliminarM.S.
Un cordial saludo.
Menudos colores más fantásticos da el otoño!! La foto del reflejo del sol en el agua me encanta! :)
ResponderEliminarHas hecho que me aficione a la bici de montaña y a salir por esos caminos... jejeje
ResponderEliminarGracias Lucía por tus apreciados comentarios. Solo te falta salir en bici, jajaja.
ResponderEliminarTimy, si tienes afición a la bici de montaña, tienes los más importante. Ahora vendrá lo mejor. Eso sí, con precaución.
ResponderEliminarUn saludo.