Extraordinaria
ruta para disfrutar de los Montes Blancos y los Monegros en su parte
zaragozana. El singular territorio Monegros, semidesértico y de clima
extremo, a pesar del respeto que su extrema aridez infunde, es
atractivo. En esta época del año los amarillos y ocres le dan unas
pinceladas mágicas a estos parajes, aún más si cabe. En el dibujo del
recorrido que se configura en el mapa se puede apreciar el enorme
contraste del verdor del entorno del Ebro y de sus tupidos bosques
ribereños, con los ocres y pardos del agreste y estepario paisaje
monegrino. En fin, ruta entre los Monegros y el río Ebro de enorme valor
natural. En este largo itinerario es conveniente usar dispositivo GPS,
son innumerables los cruces y desvíos en todo el trayecto.
El comienzo y final de la circular ruta de hoy ha sido en el Paseo Echegaray, junto al Azud. Nada más comenzar y acompañados por la niebla, continuamos por debajo del puente sobre el río Ebro de la Ronda Hispanidad, para tomar el camino de la Alfranca. A la izquierda, dejamos el Soto de Cantalobos; uno de los espacios naturales más importantes en las inmediaciones de Zaragoza, una joya natural a un paso de la capital zaragozana. Pedaleamos por la destacada pista y a la altura del barrio rural de La Cartuja cruzamos el río por la pasarela peatonal del Bicentenario.
Marchamos disfrutando de la reserva natural de los galachos de Pastriz y del bosque de ribera que va apareciendo a ambos lados del camino. Cruzamos la localidad de Pastriz y en unos tres kilómetros nos plantamos en La Puebla de Alfindén. Tras callejear y cruzar esta localidad, ponemos rumbo a los montes de La Puebla. Lo hacemos por debajo de la autopista. Comenzamos a ascender con la idea de llegar a la balsa Salada por el galacho de los Pinos. Pedaleamos en tendida ascensión y dando cuenta de los blanquecinos repechos de los cerros que se suceden uno tras otro. Una vez arriba comenzamos una ligera bajada y nos adentramos en el galacho de los pinos. Atravesamos esta zona poblada de pinos, carrasca y monte bajo, que hace de oasis en tan árido terreno. Al finalizar el tramo más verde del recorrido hacemos un pequeño desvío a la derecha para visitar la balsa Salada de Alfajarín.
Regresamos a la pista, subimos unos metros y a la derecha entramos en una ancha pista que nos va a orientar hacia la monegrina localidad de Farlete. El paisaje va cambiando a medida que vamos avanzando. Los Monegros comienzan a aparecer, los campos se tornan de un fuerte color marrón, fruto del movimiento de tierra para preparar los cultivos. Las inmensas panorámicas, salpicadas de viejas sabinas hacen que este tramo sea un deleite para los que nos gusta recorrer el territorio Monegros. Los siempre sedientos y polvorientos caminos esta semana han aliviado algo la sed con los tragos de agua que le han brindado las primeras lluvias del otoño. Hoy presentaban un aspecto inmejorable para disfrutar del singular entorno monegrino. Toda una alegría sortear o cruzar, de vez en cuando, algún charco
La pista poco antes de llegar a Farlete cruza la carretera, entramos girando a la derecha y pedaleamos por ella unos 500 metros. La abandonamos y tomamos una pista en el lado izquierdo del asfalto. Bordeamos el pueblo y toca ascender de nuevo, lo hacemos por el Camino de Perdiguera a Farlete. Subimos de forma progresiva y sin grandes pendientes, en este tramo damos pedales por la zona con más altitud de la ruta. A tramos aparece algún llano y alguna bajada. Marchamos por la falda de la Sierra de Alcubierre hacia la localidad de Perdiguera. Oteamos la atalaya y techo de la serranía, San Caprasio (835 m). La dejamos a la derecha y proseguimos disfrutando de las singulares vistas.
Aterrizados, la principal misión es la fuente, toca hidratarse y rellenar. Dejamos Perdiguera por el Camino Viejo de Zaragoza. Al llegar la carretera de Farlete nos introducimos en ella girando a la derecha. Pedaleamos unos 300 metros y cruzamos a la izquierda. Tomamos el camino y tras pasar una curva y un repecho iniciamos un descenso hasta enlazar con la pista del Barranco Salado, que nos transitará a Villamayor. Desde aquí, por entre huertas, casas agrícolas y un zigzagueante camino llegamos a la rotonda que conecta Zaragoza con los barrios del Santa Isabel y Montañana.
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